¿Qué es una Afasia?
La afasia es la pérdida o trastorno de la capacidad del habla debida a una lesión en las áreas del lenguaje de la corteza cerebral.
¿Qué puede producirla?
Estas lesiones son producidas generalmente por accidentes cerebrovasculares (embolias, trombosis…), tumores cerebrales y traumatismos craneales, así como causas degenerativas demenciales (Alzheimer) e infecciones como la meningoencefalitis.
¿Qué tipos de afasias existen?
Las afasias están clasificadas en función del área cortical dañada:
- Afasia de Broca: encontramos alteradas la expresión, repetición, denominación, comprensión lectora y escritura.
- Afasia de Wernicke: encontramos un lenguaje fluente pero sin sentido, alterados todos los aspectos del habla (comprensión, denominación, repetición, escritura…).
- Afasia Global o Total: Todos los aspectos alterados, excepto la escritura y el habla automática.
- Afasia de Conducción: Se encuentran preservadas la expresión oral y la comprensión.
- Afasia Transcortical:
- – Transcortical Sensorial: Preservadas la expresión oral y la repetición.
- – Transcortical Motora: Preservadas la comprensión y la repetición.
- Afasia Anómica: Preservadas la expresión, la repetición y la comprensión.
¿Qué hacer ante una afasia?
En primer lugar será su médico especialista quién le oriente en el diagnóstico y comience a proporcionarle medidas terapéuticas, remitiéndole, en caso de necesidad, al logopeda quien realizará una evaluación exhaustiva de sus capacidades cognitivas y lingüísticas y planificará un programa de intervención-rehabilitación adecuado a sus necesidades, con la finalidad de mejorar la calidad de vida del paciente.
Recomendaciones
Tener en cuenta que a pesar de sus pérdidas cognitivas el paciente sigue siendo una persona adulta con conocimientos previos. Además, interesa saber que en muchos casos la afasia va acompañada de alteraciones emocionales en forma de depresión, autoimagen negativa, despersonalización, desmotivación, bajo interés y apatía. Por tanto debemos:
- Tratar siempre al enfermo como un adulto.
- Hablar con él utilizando un lenguaje simple y sencillo.
- Emplear estímulos que lo orienten.
- No cambiar su entorno.
- Eliminar preguntas como: ¿no te acuerdas?
- Darle información sin agobios ni presiones.
- Usar diferentes tipos de comunicación (en caso de ser necesario).
- Emplear temas y actividades adecuadas y agradables para él.