Un pobre nivel de yodo en la madre puede provocar un bajo rendimiento cognitivo en los hijos
La deficiencia de yodo en etapas precoces del embarazo (previas a las 20 semanas de gestación) determina ciertas alteraciones irreversibles en los niños, ya que las neuronas no alcanzan su estrato definitivo, según se desprende de un estudio realizado por un equipo de investigadores australianos.
En los estudios de seguimiento de hijos de madres detectadas en el primer trimestre de gestación con déficits de yodo, se ha encontrado una disminución del desarrollo psicomotor, especialmente en pruebas que valoran la coordinación, la manipulación y comprensión en la relación de objetos, así como la imitación y desarrollo del lenguaje precoz.
En general, el déficit de yodo durante los primeros años está asociado con la reducción de la cognición y una disminución de logros en la edad escolar (pobreza de vocabulario, problemas de lectura, etc.).
El organismo utiliza el yodo para producir hormonas tiroideas, pero en las embarazadas es fundamental para proteger el desarrollo cerebral de los bebés. El Instituto de Medicina de Estados Unidos viene recomendando que los adultos consuman 150 mcg/día de yodo y que las embarazadas ingieran 220 mcg/día o 290 mcg/día durante el período de lactancia.
Algunas fuentes de yodo habituales en nuestras mesas las encontramos en la leche, muchos pescados y productos del mar, los vegetales y la sal de mesa yodada.
SABÍAS QUE…
Desde hace un siglo, a la sal de mesa se le agrega yodo como una estrategia para combatir el hipotiroidismo. La ausencia de yodo en la dieta de muchas regiones se convirtió en un problema de salud para el siglo XIX, y la sal yodada fue la solución para ese problema.
Sin embargo, actualmente hemos de tener cuidado con abusar de la sal en las comidas. El exceso de sal en los países desarrollados suele ser causa de hipertiroidismo, además de provocar un aumento en la presión arterial y problemas cardiovasculares que cuestan millones de vidas.