Existen personas que adoran las tormentas y otras que se llegan a sentir algo sobrecogidas por la presencia de estos fenómenos naturales. Hasta aquí todo normal. El problema se hace patente cuando ante un rayo o trueno, o ambas cosas, se siente pánico de forma habitual e incontrolable. Es lo que se denomina brontofobia o miedo a los fenómenos naturales.
Dependiendo del grado de la fobia, estas personas experimentan mayor o menor temor a medida que se acercan los meses en los que se suelen producir tormentas y grandes tempestades. Además, quien padece brontofobia suele obsesionarse con la previsión meteorológica, con el fin de comprobar qué día saldrá tormentoso. Esto se debe a que son conscientes de que su vida cotidiana se verá interrumpida: en algunos casos extremos dejan de asistir al trabajo y paralizan sus actividades rutinarias.
Aunque esta fobia suele afectar especialmente a los niños, también puede llegar a permanecer o manifestarse en la edad adulta.