Termofobia
El miedo al calor puede darse en período estival o en cualquier momento en el que se produzcan elevadas temperaturas. Mientras muchos celebran la llegada del verano, existen personas que ven en esta estación del año una auténtica pesadilla.
El miedo al calor suele estar vinculado a alguna mala experiencia relacionada con la exposición al sol, como una insolación, golpes de calor, lipotimias… Esto hace que la persona sufra de estados de ansiedad ante la posibilidad de padecer alguna de estas situaciones.
Heliofobia
Esta fobia suele ir de la mano de la anterior. El miedo al sol está relacionado con una sensibilidad especial a la luz solar, una circunstancia que también se acerca mucho a la fotofobia –intolerancia anormal a la luz-. La heliofobia provoca el aislamiento de las personas que la sufren. Se recluyen en lugares cerrados para evitar el contacto con el sol, por lo que también suelen presentar un déficit de vitamina C.
Aerofobia
Esta fobia es una de las más extendidas y conocidas. No es específica del verano, ya que podemos necesitar volar en cualquier otro momento del año. Sin embargo, debido a los viajes de vacaciones, es en el período estival en el que más solemos coger un avión. La aerofobia o miedo incontrolable a este medio de transporte causa un intenso sufrimiento a quien lo padece, provocando estados de ansiedad y ataques de pánico cuando se viaja en avión.
Talasofobia
No existe nada tan refrescante y deseable como una imagen que nos presenta las aguas cristalinas de un bonito mar. Sin embargo, no para todo el mundo es así. Los talasofóbicos manifiestan un temor constante por el mar, ya sea por sufrir un ahogamiento o por enfrentarse a elementos desconocidos como la presencia de animales marinos, algas, etc. Además, el hecho de encontrarse rodeados de agua les provoca auténticas crisis de estrés.
Ociofobia
Todos esperamos con ansia las vacaciones. La idea de ‘no hacer nada’ o hacer solo aquello que nos apetece es un deseo muy común. Pero, aunque nos parezca increíble, para algunas personas el hecho de dejar su actividad habitual y disfrutar de un tiempo de reposo es un martirio. El cambio brusco que implica pasar del trabajo y la rutina a la inactividad les provoca un estado de ansiedad que no pueden controlar. Esta situación suele estar muy relacionada con la adicción al trabajo.