Cuando una persona siente miedo ante un encuentro inesperado con algún conocido, intenta evitar reuniones sociales en las que ineludiblemente se ha de relacionar con otros o tiene dificultades para mantener la mirada fija ante alguien, probablemente estamos ante una persona que padece fobia social.
Estas situaciones y otras similares provocan que la persona que las sufre sienta inseguridad y una sensación intensa y negativa ante aquello que los demás puedan pensar o decir sobre ella.
Las personas que sufren fobia social experimentan un temor exagerado a ser objeto de juicios negativos por parte de terceros, por lo que evitan cualquier actividad de carácter social que les exponga a los demás. Si se ven obligados a acudir a reuniones, fiestas o citas en la que se han de relacionar con otros pueden llegar a experimentar una gran tensión, padeciendo incluso palpitaciones, sudoración y temblores.
Un profesional de la Psicología puede determinar el origen del problema y reconducir esta dificultad social para que la persona que la sufre mejore su calidad de vida y sus emociones.
En una fobia social acentuada la persona ofrece resistencia ante situaciones más o menos habituales como ir a fiestas, conocer gente nueva, participar en grupos de trabajo, etc. También podemos encontrar personas en los que la fobia social se manifiesta en actividades menos habituales, como dar una charla o actuar frente a un auditorio.