La fisiología de la voz resonante y colocación de la voz es muy importante para proyectarla eficazmente en el espacio.
Es una experiencia común para quienes entrenan su voz, ya sea hablada o cantada: sentir vibraciones en distintas partes del cuerpo, especialmente en la zona anterior del rostro, como la nariz, la boca, los pómulos, los labios e incluso alrededor de los ojos.
Cuando un profesional de la voz logra experimentar estas sensaciones, a menudo se describe como el uso de una voz resonante o se dice que ha encontrado una colocación adecuada. Se percibe que la voz está puesta en el lugar correcto y, como resultado, se proyecta eficazmente en el espacio.
Esta percepción de vibración anterior suele ir de la mano de una agradable sensación de facilidad en la producción vocal. La voz parece fluir sin un esfuerzo muscular excesivo, lo cual es fundamental para desarrollar una técnica vocal, económica y sostenible.
Sensaciones cruciales para guiar la producción hacia una voz resonante.
Curiosamente, esta sensación de libertad no solo la experimenta quien emite la voz, sino que también puede ser percibida por los oyentes, quienes describen la escucha de una voz producida sin tensiones aparentes.
Sin embargo, la naturaleza misma de la voz resonante o bien colocada puede resultar algo esquiva. Al basarse en sensaciones subjetivas de vibración en la cabeza y la cara, surgen preguntas inevitables.
Aunque estas sensaciones son cruciales para guiar la producción hacia una voz resonante, ¿cómo y por qué se producen exactamente? ¿Existe realmente una colocación física de la voz en esas zonas faciales? ¿Cuál es el fundamento fisiológico y acústico que subyace a este fenómeno tan valorado en el entrenamiento vocal?
Para desentrañar este misterio y comprender mejor la colocación de la voz, debemos fijarnos en dos aspectos clave de la producción vocal: las presiones acústicas que se generan dentro del tracto vocal y el proceso de conversión de energía que tiene lugar en las cuerdas vocales.
Las presiones acústicas que se generan dentro del tracto vocal.
Primero, hablemos de las presiones acústicas en el tracto vocal. El tracto vocal, ese tubo que va desde las cuerdas vocales hasta los labios y la nariz, tiene unas resonancias naturales llamadas formantes. Estas dependen principalmente de la longitud del tracto y de cómo lo modificamos, creando estrechamientos o ensanchamientos al articular diferentes sonidos.
Estas resonancias se manifiestan físicamente como ondas estacionarias dentro del tubo. Lo interesante es que estas ondas no son uniformes; tienen puntos donde la presión del aire varía mucho (máxima presión) y otros donde varía poco (mínima presión).
Aquí reside una de las claves: la sensación de dónde sentimos la voz, dónde parece estar colocada al producir una vocal específica, está íntimamente ligada a la ubicación de esas zonas de máxima presión de las ondas estacionarias.
Ejemplo de la sensación de dónde sentimos la voz.
Por ejemplo, al pronunciar la vocal /i/, las presiones acústicas tienden a ser altas en la región del paladar duro. Esto explica, en parte, por qué la /i/ a menudo genera sensaciones vibratorias en la parte anterior de la boca. De manera similar, la sensación de tener la voz adelante o en la máscara se relaciona directamente con la localización de picos de presión acústica en la parte anterior del tracto vocal.
Por lo tanto, la colocación no implica que el sonido viaje físicamente a un punto concreto de la cara para instalarse allí, sino que percibimos con mayor intensidad las vibraciones donde la presión acústica de las ondas estacionarias es mayor.
Puedes experimentar esto tú mismo: prueba a decir la secuencia de vocales /i/, /e/, /a/, /o/, /u/ de forma continua y ligada, sin cortar el sonido entre ellas. Notarás cómo, al cambiar la forma de tu boca y tu lengua para pasar de una vocal a otra, las sensaciones de vibración también parecen moverse, sintiéndose más adelante o más atrás. Esto sucede porque, al modificar la forma del tracto vocal, las ondas estacionarias (y sus puntos de máxima presión) cambian de lugar.
El proceso de conversión de energía que tiene lugar en las cuerdas vocales.
La segunda pieza fundamental para entender la voz resonante es el proceso de conversión de energía en las cuerdas vocales. La producción de la voz es, en esencia, una transformación de energía. La energía aerodinámica del aire que sube de los pulmones se convierte en energía acústica (sonido) gracias a la vibración de las cuerdas vocales.
Esta vibración modula el flujo de aire, generando la onda sonora que luego viajará por el tracto vocal y se irradiará al exterior. Pero el sonido no solo viaja hacia afuera; se propaga por todo el sistema respiratorio, desde los pulmones hasta las cavidades sinusales.
Cuando esta conversión de energía en la laringe es eficiente, las vibraciones generadas se distribuyen ampliamente por los tejidos circundantes: la cabeza, la cara, el cuello e incluso el tórax. Es entonces cuando experimentamos esa sensación de vibración global y resonancia. Por el contrario, si la conversión de energía es pobre, por ejemplo, si las cuerdas vocales no cierran correctamente, las vibraciones tienden a quedarse concentradas en la laringe, y apenas se propagan a otras estructuras.
En el primer caso, hablamos de una máxima transferencia de energía desde la glotis (el espacio entre las cuerdas vocales) hasta los labios. Así, comprendemos que una base fisiológica crucial para la sensación de colocación es la eficiencia con la que transformamos el aire en sonido a nivel de las cuerdas vocales.
Un ejemplo clínico ilustra esto claramente: un paciente con una disfonía caracterizada por una voz soplada (con escape de aire) tendrá mucha dificultad, o le será imposible, sentir esas vibraciones anteriores asociadas a la voz resonante, incluso si intenta ajustar la forma de su tracto vocal.
La razón es que el cierre incompleto de sus cuerdas vocales impide una conversión eficiente de energía aerodinámica en acústica. Gran parte del aire se escapa sin generar sonido vibrante. En cambio, una persona con una voz sana, cuyo cierre glótico es adecuado, generalmente puede percibir estas vibraciones con facilidad, ya que su proceso de conversión de energía es eficiente y permite una buena transmisión de la vibración.
La voz resonante como un objetivo deseable.
Desde la perspectiva de la salud vocal, los fonoaudiólogos, logopedas, foniatras y entrenadores vocales consideramos la voz resonante como un objetivo deseable. Este tipo de producción vocal se asocia con la eficiencia y la salud porque no implica un esfuerzo vocal excesivo, pero tampoco está limitada a una intensidad baja.
La voz resonante se sitúa en un punto de equilibrio: no es una fonación apretada o tensa, que aunque puede ser rica en armónicos, es potencialmente dañina y causa fatiga vocal rápidamente; tampoco es una fonación soplada, que carece de potencia acústica debido a su pobre contenido armónico.
La voz resonante ideal se caracteriza por un grado óptimo de aducción (cierre) de los pliegues vocales y, crucialmente, por un potente refuerzo de la vibración laríngea por parte del tracto vocal. En otras palabras, se produce una fuerte y beneficiosa interacción entre la fuente (cuerdas vocales) y el filtro (tracto vocal), resultando en una voz vibrante, fácil de producir y eficaz en la comunicación.