La disfemia o tartamudez es un trastorno del habla de que afecta a personas de todas las edades y que se caracteriza por una serie de disfluencias: bloqueos iniciales, repeticiones de sílabas y palabras, alargamientos, pausas inadecuadas, tensión y movimientos bruscos en la musculatura oral y facial, respiración entrecortada, etc. Además, correlaciona con ansiedad y miedo a hablar.
La prevalencia del trastorno en la población es del 0,75% aunque en edad preescolar es del 5%. Estos casos deben identificarse lo antes posible para no causar dificultades en la conducta comunicativa.
Cuando un niño o niña empieza a tartamudear es muy importante que todos los agentes educativos actúen de forma coherente, es decir, es muy importante identificar cuándo la disfemia es tan solo un problema evolutivo, debido a que el niño no encuentra las palabras y se engancha un poco, y cuando el trastorno muestra indicadores de cierta cronicidad, tratándose en este último caso de niños con habla muy bloqueada, con repeticiones de muchos elementos y especialmente con tensión física y orofacial evidentes.
Una intervención lo más temprana posible puede ayudar a que niños que tartamudean lo superen y no desarrollen un trastorno crónico.
Los pediatras son elemento clave en la prevención, dirigiendo a estos niños con riesgo a especialistas en el tratamiento de la tartamudez: los logopedas y los psicólogos.