La llegada de un hijo también provoca cambios neurológicos en el padre:
La fuerza de cambio de los bebés
El nacimiento y cuidado de un hijo transforma a nivel neuropsicológico a los padres. Todos sabemos que tener un hijo cambia la manera de pensar y actuar de los padres, pero nuevos estudios indican que la maternidad y paternidad generan cambios mucho más profundos a nivel cerebral.
En la madre, las hormonas generadas durante el embarazo forman un escudo a nivel neuronal, que la protege de las amenazas que podrían comprometer su capacidad para cuidar al niño.
En 2012 un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental de Pilyoun Kim en Estados Unidos, descubrió que la materia gris del cerebro aumentaba durante los meses previos al parto. El crecimiento observado se daba sobre todo en el mesencéfalo, en los lóbulos parietales y la corteza prefrontal, todas ellas son áreas implicadas en el cuidado infantil. Y en las madres en que se producía un mayor crecimiento, también observaron que estas tenían una percepción más positiva de sus bebés.
Cuanto mayores son estos cambios a nivel cerebral, también se observa un aumento de la audacia y la agudeza mental, así como un enriquecimiento en las conexiones neuronales; lo que provoca una mejora en el procesamiento de la información.
Aunque esta remodelación del cerebro también presenta algún inconveniente, J. GalenBuckwalter, de la Universidad del Sur de California, observó que estas madres presentaban algunos fallos de memoria ocasionales.
Todo esto puede parecer muy lógico debido a que durante el embarazo el cuerpo de la mujer experimenta gran cantidad de cambios, pero ¿qué sucede en el cerebro del padre?
Varios estudios muestran que la llegada de un hijo también produce cambios a nivel neurológico en el padre, esto puede ser porque el cerebro no es algo estático. Las neurona se reconectan de forma constante en respuesta a nuevas experiencias y cambios del entorno, y la llegada de un hijo es un estímulo muy intenso.
El olor y el contacto físico con el niño, parecen fundamentales para el desarrollo de nuevas neuronas en los padres. El desarrollo de dichas células va a ser la base para que padre e hijo forme un vínculo duradero entre ambos.
Otros estudios también indican que la responsabilidad que supone en el cuidado de un bebé es una fuente de estrés positivo, que genera hormonas como la prolactina que van a estimular el crecimiento de nuevas células cerebrales. Todo ello encaminado a ayudar al cerebro para afrontar el nuevo rol con conductas adecuadas para él mismo.
Aún queda mucho por descubrir en los cambios neurológicos que produce la llega de un hijo, pero los datos revelados hasta el momento parecen indicar que el bebé tiene un gran poder para transformar a sus padres.
Yaiza Antelo Carracedo
Colaboradora de Ortofón
Psicóloga Infantil, especializada en Atención Temprana